Revista de la Escuela Provincial de Teatro y Títeres de Rosario Nº 5029 / ISSN 3072-8975

Profundo y picante

Personajes: Emilia y Sebastián

Espacio: En la casa de Sebastián. Hay un diván/ sillón, veladores, una mesita de luz y un equipo del que sale música (tv/parlante/equipo de música)

Escena 1:

Emilia: Abrazame, así fuerte, rodeame, así, así, apretame más. No nos soltemos nunca. Ay me hizo crack la espalda. jajaja, Seba… Besame. Recorreme. Necesito que me beses toda, el cuello, los labios, mordeme los cachetes. Agarrame el pelo. Tiramelo. Quiero sentir tus labios, tus labios carnosos. Tus dientes, tu lengua. Ese olor a hombre que tenés me mata. ¿Y tu pelo? Te queda hermoso ese peinado, ¿por qué no fuiste antes a la peluquería? Quiero acariciarlo ¿Puedo? (le queda el gel en las manos, se lo chupa). Tiene sabor a frutilla. Floto. ¿En qué momento apareciste? ¿Cómo fue que nos encontramos? Ojitos te quiero. Hoy te quiero ¿Sabés? Sí, Hoy. Este presente es eterno ¡Qué felices somos! Y no me importa que se venga la tormenta. Estoy con vos. It ́s raining men. Aleluya, it ́s raining man! Quiero mojarme con vos, quiero que el viento nos pegue las hojas de los árboles mientras nos besamos sin parar abajo del agua. Que el huracán se lleve los chanchos, los pollos y las motos, porque lo único que me importa sos vos, ojitos. Besame Seba. Tengo sed. Dame agua. Tengo hambre. Necesito comer algo. Estoy famélica. Quiero ducharme. Acompañame. Prendeme la ducha. Desvestime. Seba. Seba. Necesito sentir la textura de tus manos sobre mi cuerpo. Deberías ser panadero. Mirá las manos que tenés. Manos de amasar. Quiero comer. Tus manos y tu pizza. Cociname Seba. Cociname pizza. Dame pizza Sebastián. Seba. Amasemos como «Ghost». Quiero ser la sombra de tu amor. Yo amaso y vos me besas y te lleno de levadura. Quiero que ghostiemos. Quiero ser la sombra de tu amor. Seba. Seba.

 

Escena 2: Sentires

Emi: Me encanta este tema. Te lo quiero dedicar. (Le canta una canción y baila) Vení, bailemos Seba. Vamos a hablar acá bajito. Agachate, acá. Acá. Hablemos bajito, acá abajo. Así. Me gustás. Estoy enloquecida con ese pelo hermoso y esa carita que tenés ¡Mirá tus orejitas! Te quiero sentir bien adentro mío. Sacate la ropa. Dale, tirame al piso. Apretame Seba. Dale Sebastián.

Sebastián: ¿Así está bien?

Emilia: No me preguntes Sebastián.

Sebastián: Perdón.

Emilia: Perdón piden los culpables. Dale Seba mordeme.

Sebastián: Sí.

Emilia: Más fuerte mi amor.

(Sebastián la muerde fuerte).

Emilia: Aia nene. No tan fuerte.

Sebastián: Perdón.

Emilia: No me hiciste mal. No te sientas triste Seba. ¿Te lo dije muy brusco?

Sebastián: Sí, un poco.

Emilia: Ahora te lo digo bajito y tranquila: auchi, me hiciste mal malo. Hacelo más suave y sacate la ropa.

Sebastián: ¿La remera también?

Emilia: Todo Sebas. Sacate todo. No puedo creer tu olor a hombre. Me gustaría hacerme un spray con tu perfume y rociar mi cama todas las noches que no estés conmigo.

Sebastián: Gracias.

Emilia: ¡Qué trabada que está esa ropa! Yo te la saco Seba no te preocupes. Te la arranco de un tirón así no te molesta más.

Sebastián: Esta remera me la regaló mi mamá, no quisiera que se me rompa.

Emilia: Jajaja Seba. Es una manera de decir arrancar. Mirá, te la saco toda suavecita. Con mis manos, mientras te recorro entero.

(Sebastían se baja la remera)

Emilia: ¿Querés estar con la remera puesta? Me parece bien. Te queda hermosa la remera de tu mamá. Ahora sacate todo lo de abajo, necesito que estés adentro mío. No puedo más.

Sebastián: Quisiera que hablemos un poco.

Emilia: De lo que quieras, pero sin cortar. Sacame la remera.

Sebastián: ¿Qué sentís por mí?

Emilia: Todo. Siento todo. Dale, besame el cuello.

Sebastián: Pero, ¿en qué sentido?

Emilia: En todos los sentidos, me encanta tu cuerpo, tu tonada, la manera en la que pronuncias las palabras, tu carita divina, tu olor, tu mirada. No entendés que te necesito ahora ¿no?

Sebastián: ¿Y qué más?

Emilia: Ya te dije todo lo que tenía para decirte y quiero demostrarte con acciones todo lo que siento por vos. (Empieza a bajar su cabeza hacia su cadera. Sebastián la frena).

Sebastián: No quiero ser solo un cuerpo para vos.

Emilia: No querés ser solo un cuerpo.

Sebastián: Emi. Compartamos.

Emilia: No entiendo mucho, nada, pero… compartamos.

Sebastián: Bueno, gracias.

Emilia: Te escucho.

Sebastián: ¿Qué?

Emilia: Vos querías que “compartamos sentires”. Te escucho.

Sebastián: Me hacés sentir como que hice algo mal. Y sólo quiero que compartamos lo que nos pasa.

Emilia: Bueno. Bueno. Desde el primer momento que te vi flashié con vos. Me aburre mucho hablar en este momento Sebas…

Sebastián: ¿Y qué más?

Emilia: Y sos hermoso y me encanta tu piel, tu pelo y tu timbre de voz. ¿Es necesario seguir con esto?

Sebastián: ¿Y? ¿No tenés nada más para decirme?

Emilia: No entiendo qué es lo que querés escuchar. Decimelo y te lo digo.

Sebastián: No se trata de que quiero escuchar algo. Se trata de compartir.

Emilia: Bueno. Okey. Yo ya cumplí mi parte de este capítulo, ahora te toca compartir a vos ¿Qué sentís Sebas? ¿Qué sentís en este momento?

Sebastián: Siento que no tengo hambre.

Emilia: ¿No tenés hambre?

Sebastián: La verdad es que me quedé bastante lleno.

Emilia: Eso es un sentir, jajajaja.

Sebastián: Estaba rica.

Emilia: Me alegro mucho (Lo mira. Él la mira a ella. Ella sonríe, él también. Suspira) ¿Ya estamos? Bueno. Ahora nos comunicamos con gestos, no con palabras. Ahora te callás un ratito Sebas.

 

Escena 3: Los chinos

(Emilia lo besa apasionadamente, lo ama. Está poseída por el placer y por estar con él. Sebastián simplemente está, es como un partenaire. No propone nada pero tampoco se niega).

Emilia: Ay por favor ¡Qué rico que sos!

Sebastián: Gracias.

Emilia: Te dije que te mantengas ca- lla- di- to.

Sebastián: (Mientras ella lo besa, él empieza a hacer todos gestos inentendibles).

Emilia: No te entiendo nada ¡¿Por qué querés comunicarte en este momento?!

Sebastián: (Despegándose) Quería decirte que me pareces una re buena persona.

Emilia: Ay por favor. Digo: gracias (Lo agarra de vuelta y lo vuelve a besar) Lo tuyo no es la poesía pero no la necesitás porque con lo lindo que sos, alcanza. Dale, agarrame y concretemos esto de una vez (lo vuelve a besar apasionadamente).

Sebastián: (se vuelve a despegar) Sé que tenés re buenos sentimientos.

Emilia: (intentando no cortar el momento) Chitz.

Sebastián: Así de corazón lo siento. Como que sos re buena pero…

Emilia: ¿Buena? ¿Soy re “buena”? Bueno. Basta Sebas (Se levanta agarra una copa de vino).

Sebastián: Cuidado con esas copitas que son chinas, me las regaló mi mamá en un viaje que hicimos.

Emilia: Chinas, chin chin por nuestro encuentro.

Sebastián: Son chinas, las copas digo, porque nos fuimos de viaje a China con mi mamá.

Emilia: Claro, chinas. Sí, me contaste. Del viaje que hiciste con tu mamá que te metiste en una piletita.

Sebastián: Era una pileta con mil chinos. Miles, literal, miles de chinos metidos en un metro cuadrado de agua. En una pileta artificial, pero sintiendo que están en mar abierto. Se meten con salvavidas de colores. Veinte chinos en un salvavidas con forma de uvita. ¿Les gusta? Les encanta ¿Entendés Emi? A ellos, a los chinos, les gusta estar amontonados. Hay un guardia armado vigilándolos y ellos felices. Piensan que están en un velero surcando los océanos, que son piratas, que están en la naturaleza salvaje pero en realidad…

Emilia: Impactante.

Sebastián: No es un velero, Emi, es un inflable de PVC. No es el mar, es una pileta artificial, ¿entendés? Pero ellos disfrutan. Aunque no sea real, aunque no sea perfecto, ellos son felices igual. Vos sos bastante china. En cambio yo… Yo ni una pizquita.

Emilia: ¿Sebi estás llorando?

Sebastián: ¿Por qué no nací chino? ¿Por qué tengo que ser argentino? (llora)

Emilia: Seba, escuchame.

Sebastián: ¿Por qué no puedo ser un chino?

Emilia: Seba mi amor, sos argentino y… y eso también está bien. Tenés el mate, el dulce de leche, la pasta frola, el fútbol con los amigos…

Sebastián: (sigue llorando) ¿Por qué no me achino? ¿Por qué?

Emilia: Sebi.. estás hermoso así todo trasheado de orientalidad.

Sebastián: (sigue llorando).

Emilia: Mirá Seba… si te miro detenidamente siento que hay algo oriental en vos, hay algo marcial. Ya sé, sos muy igual a Keanu Reeves. Muy. De verdad te lo digo.

Sebastián: ¡¡Necesito ser chino!! Quiero achinarme.

Emilia: Seba.. hoy en día… si así lo querés… digo, lo de la nacionalidad es algo que, que se puede trabajar y… lo de los ojos, capaz… te podés operar…

Sebastián: No (sigue llorando). No entendés. Necesito poder disfrutar. Disfrutar de estar amontonado, pegoteado, mirado, agarrado. Necesito poder disfrutar de que me digan lo que tengo que hacer, de que me vigilen, de que controlen lo que hago y lo que digo.

Emilia: ¿Y eso te parece que le pasa a los chinos?

Sebastián: Sí (sigue llorando) Necesito poder disfrutar de algo una vez en la vida Emi.

Emilia: Ay…ahora sí, me perdí…

Sebastián: ¿Por qué… por qué no me achino? ¿Por qué no puedo disfrutar de que vengas cuando se te canta y me hables sin parar?

Emilia: Pará … ¿lo de “lo chino” tiene que ver conmigo?

Sebastián: ¿Por qué no puedo disfrutar de que me desees, de que quieras todo conmigo?

Emilia: Ah, okey. Tiene que ver conmigo ¿Qué me querés decir? ¿Me tengo que preocupar?

Sebastián: No puedo más. No puedo más. No soy todo eso que pensás, nunca te voy a hacer feliz Emi.

Emilia: Ay Sebas, vos ya me hacés feliz sonso. Solo que hablás mucho, si hablases un poquito menos, sería casi como un nirvana para mí.

Sebastián: No. No entendés. No me sale. No puedo. No puedo fingir más.

Emilia: ¿Cómo fingir?

Sebastián: ¿Por qué no puedo disfrutar de esto por más irreal que sea?

Emilia: No entiendo ¿Irreal? Para mi todo esto es bien real.

Sebastián: ¿Por qué tengo que estar viendo tus defectos en vez de disfrutar de que nos besemos?

Emilia: ¿Qué defectos? Es muy fuerte lo que me estás diciendo.

Sebastián: No, no quiero ser hiriente. Sos demasiado buena para mí.

Emilia: Ya sos hiriente.

Sebastián: Basta Emi. Basta. No quiero que te quedes con esa imagen mía.

Emilia: ¿Me estás dejando?

Sebastián: (llora) Lo que pasa es que no me siento cómodo. No sé por qué. Pero es como si estuviese en otro lado.

Emilia: Pero, ¿por qué no me paraste?

Sebastián: Basta Emi. (Le da la remera) Andate.

Emilia: No hace falta ser tan malo.

Sebastián: Es que me siento solo.

(Emilia se va. Sebastián se queda solo)

Sebastián: Me siento solo y aislado como un astronauta. Veo como el cohete se aleja de mi para siempre. Y yo me quedo solo, ahí, flotando, en la noche. Solo.