La periodista contribuyó en los años 70 a fomentar la valoración del teatro en Rosario. Una pequeña biografía y sus contribuciones a las artes escénicas quizás ayuden a dimensionar la función de la crítica cultural
Martha Armida Milano nació el 20 de noviembre de 1927 en una familia de inmigrantes italianos que valoraba la educación y la cultura. Nieta de esforzados trabajadores del Cuneo piamontés, creció con dos hermanas, Laura y Silvia Marina, y un hermano en un hogar donde la pasión por el arte y la literatura era palpable. Su infancia estuvo marcada por la asistencia al colegio María Auxiliadora de calle San Juan, una escuela católica donde las monjas fomentaban la creatividad y la expresión artística. Fue allí donde Martha descubrió su amor por el teatro, participando en obras de carácter religioso que la llevaron a desarrollar una profunda valoración por el arte escénico.
En 1951, mientras cursaba la carrera de Letras en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Litoral (luego Universidad Nacional de Rosario), Martha se unió a un grupo de teatro junto a compañeros de otras carreras.
Produjo, actuó y dirigió la agrupación. Su trabajo protagónico y de dirección del texto de Alejandro Casona “Los árboles mueren de pie” fue un punto de inflexión en su vida. Mientras Martha encarnaba a Isabel, José Vicente Vitta fue Mauricio. Y algo más. Martha y José se casaron, formaron una familia, tuvieron cuatro hijos y dos hijas, y compartieron su amor por el teatro y la literatura.

La casa de Martha se convirtió en un lugar donde se discutían ideas y se compartían experiencias. Su familia vivió en un espacio de creación y experimentación, donde la ópera, la zarzuela y el teatro independiente tenían un lugar destacado.
Martha tenía un gusto personal por el teatro realista, el realismo poético y los clásicos, y disfrutaba particularmente de las producciones del Teatro La Ribera, y frecuentaba, entre otras, las salas Caras y Caretas y Amigos del Arte.
La crítica teatral
En 1977, Martha comenzó a escribir críticas teatrales para el diario El País desde Rosario, firmando con la sigla MAM. Su formación en Letras le permitió desarrollar un estilo de escritura fluido y cuidadoso, que le valió el reconocimiento de sus pares y la admiración de muchos artistas. Sin embargo, no siempre sus críticas fueron bien recibidas por los directores y actores y actrices, quienes a veces se sentían heridos por sus comentarios. Marita Vitta, su hija menor y hoy profesora de nuestra Escuela, recuerda que algunos le retiraban el saludo, mientras que otros le demostraban cariño excesivo cuando consideraban que la crítica era favorable.

Los escritos de MAM en El País desde Rosario incluyen críticas, comentarios, entrevistas y coberturas. Forman parte de los materiales de archivo que gentilmente cedió a la Revista TyT para esta nota la profesora Marita Vitta, hija de Martha y José. Son páginas sueltas del diario El País y en algunas de ellas, las notas de Milano están intervenidas por un isotipo con la sigla MAM.
El racconto a seguir puede parecer sólo una compilación de datos pero demuestran la preocupación de Martha por el mundo del espectáculo en general y el teatro en particular, sobre todo el local, y pintan el panorama de la cartelera rosarina en los altos años 70.
Se cuentan las críticas de “Barranca abajo” de Florencio Sánchez en la versión del Centro de Estudios Teatrales (CET) con la dirección de Güerino Marchesi y Juan Carlos Rizza; de “Los días de Julián Bisbal” con Carlos Carusso como director en Amigos del Arte; de “El tutú” con el Elenco Margarita Xirgú bajo la batuta de Lauro Campos; de “El baile de las sirvientas” del grupo Aquelarre dirigido por Héctor Barreiros; de “El primero” de Israel Horowitz con el Grupo de Repertorio y dirección de Julio Baccaro en la sala Il Trovatore; de “El acusador público” en el Teatro del Mercado Viejo con puesta de David Edery; y de “De asesinos y asesinatos”, “Las avispadas”, “Romeo y Julieta” y “Bodas de sangre” versionadas por Lauro Campos.
Igualmente de “No creo que Schiller lo sepa” del grupo Teatro La Ribera; de “El cero a la izquierda” del grupo de teatro vocacional Amigos en la sala Romeo y Julieta; de “¿Quiénes son los rebeldes?” y “Metamorfosis de la perra vida” del grupo Aquelarre; de “El señor Vodka-Cola” con Miguel Bebán en Caras y Caretas; de “¿Hizo usted Chéjov?” en la misma sala y con Bebán como director; y de “El abanico” de Carlo Goldoni del grupo Caras y Caretas.
Asimismo hay otras críticas teatrales de artistas que visitaban la ciudad. Están las de “¡Quién inventó los feriados!” de Carlos Lozano Dana con Iris Láinez y Atilio Marinelli dirigidos por Wilfredo Ferrán; de “La Gallo y yo” de Carlos Gorostiza con María Rosa Gallo; de “¿Cómo ser una idishe mame?” con la actuación y dirección de Henny Trailes en la sala Pau Casals; de “Matrimonio a doce rounds” con Jorge Rivera López y Oscar Ferrigno; del “Recital poético” ofrecido por Alfredo Alcón; de “¿Yo? Argentino” protagonizada por Rudy Chernicoff en la sala Pau Casals; de “Señoras y señores”, un show de humor y música con Juan Carlos Mesa, Jorge Basurto y el cantante Mario Clavel; de “Querer no es poder” con Darío Vittori, Dorys del Valle y Emilio Disi; de “La noche de la basura” de Beto Gianola con Carlos Carella y Myriam de Urquijo dirigidos por Ernesto Bianco; y de “El canto de la cigarra” con Raúl Rossi y Beatriz Taibo.
Música también
En el ámbito musical hay comentarios sobre la actuación de la Compañía Lírica Española en el Teatro El Círculo y del Espectáculo Lírico Flamenco de Luis Franco y Dionisio Riol en la sala El Gallo Azul; de “Mano a mano con Celedonio” dirigida por Víctor Bruno; del show “Un Brasil diferente” de Haydee Beltrandi; de los recitales del rosarino Raúl Lavié, el pampeano Alberto Cortés y el español Raphael; y de “Cantemos juntos” con la voz de Lolita Torres y el piano de Ariel Ramírez. Se destacan la cobertura de la gala del 65° aniversario del Teatro El Círculo; un perfil de La Cueva del Tango, legendaria casa de música del bajo Tucumán; y la crónica de reapertura del Cine Gran Fisherton.
Mano a mano
También se leen en la colección, entrevistas al director Pepe Costa antes del estreno de “El lazarillo de Tormes” con el llamado Grupo de Ensayo de Teatrika, y luego su crítica; al dramaturgo Roberto Mario “Tito” Cossa en ocasión de la representación en Rosario de su obra “Los días de Julián Bisbal” por el grupo Teatrika; a Vilma Santana, pilar del grupo La Ribera sin haber subido nunca a escena; al director de teatro y televisión Carlos Luis Serrano, también como director del grupo Caras y Caretas en “El abanico”; al actor y director Oscar Ferrigno al presentar “Los fantastikos” en La Comedia; a los integrantes del grupo Aquelarre junto a su director Héctor Barreiros; y a los actores Herminio Biaggini, ícono del radioteatro rosarino, Miguel Bebán y Fernando Labat.
Además, a la luego mítica locutora Angelita Moreno; al médico y periodista David Feldman; al cantante José Ángel Trelles tras grabar “Balada para un loco” con Astor Piazzola; al locutor y presentador televisivo Leo Rivas; al cantor de tangos y actor Jorge Sobral por su trabajo en “Los duendes de Buenos Aires”; a la bailarina Olga Ferri sobre su actuación junto al Buenos Aires Festival Ballet; al guitarrista Ernesto Bitetti antes de su concierto con la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario; y al humorista español Gila.
Su trabajo y legado
Al cerrar el diario, Martha pasó a realizar sus críticas en radio, por LT3, en un programa llamado “El foyer del espectáculo”, y luego en Radio Nacional con “Del primero al último café”. En este programa, Martha y su hermana Silvia Marina realizaban críticas de teatro y cine, respectivamente, y también hacían entrevistas a los personajes más interesantes del ámbito artístico.

Martha primero hizo teatro, quizás para entender, para saber, y luego se dedicó a una tarea quizás más complicada: ver y contar el teatro. Un acto para valientes cuando de crítica se habla.
Así, Milano formó parte de la crítica teatral rosarina, caracterizándose por su dedicación, profesionalismo y pasión por el arte escénico. Su trabajo en la prensa escrita y la radio contribuyó a fomentar la apreciación del teatro en la ciudad y dejó un claro panorama de la escena en la Rosario de la segunda mitad de los años 70. Martha Armida Milano falleció el 9 de mayo de 1998, y su legado invita a reflexionar sobre el papel del crítico como un mediador entre el arte y el público, y sus responsabilidades.