Revista de la Escuela Provincial de Teatro y Títeres de Rosario Nº 5029 / ISSN 3072-8975

Inocente

Personajes:

Anna Göldin

Tschudy

Juez

Verdugo

Guardias

 

Escena I:

(Una mujer se encuentra rezando, con los dedos ensangrentados y su ropa harapienta dentro de un calabozo. Mientras la figura de un hombre aparece a sus espaldas).

Anna: El que habita al abrigo del Altísimo. Morará bajo la sombra del Omnipotente. Refugio mío y fortaleza mía. Te pido que reprendas al Maligno y lo apartes de mi camino. Hoy me someto a Dios, porque él es quien te libra del lazo del cazador y de la peste destructora. No temeré el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día. Caerán a tu lado mil. Y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará.

Juez: Lamento mucho el informarle que el maligno es la voz atenuante que ha estado escuchando durante su vida. Escucharle rezar a una mujer como usted es inusual. Hasta la hace ver atractiva, siendo alguien quien al final del día sigue teniendo mugre bajo sus uñas. Pero yo a usted no le tengo miedo, el Señor es quien verdaderamente está a mi lado. “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las acechanzas del Diablo”.

Anna: Efesios 6:11.

Juez: “Que nadie os engañe con palabras vanas, por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos desobedientes”.

Anna: ¿Usted solo leyó salmos?

(El Juez le pega una cachetada).

Juez: “Dios no castiga sin medida, sino con Justicia. Pero el pecado por su propia ceguera voluntaria se va cargando de castigo con cada obstinación”.

Anna: “Y angustia a los hombres, y andarán como ciegos, porque pecaron contra Jehová; y la sangre de ellos será derramada como polvo y su carne como estiércol”.

Juez: Usted no se merece la gracia de poder dar vida, siendo verdugo de su propia sangre.

Anna: Yo no maté a mi hijo, tuve que dar su cuerpo a luz sin vida.

Juez: Es lo que sucede cuando le das paso al Maligno en tu casa.

Anna: Seguramente él se lo llevó. Pero yo no le he dado la bienvenida.

Juez: ¿Y su segunda hija?

Anna: Espero, mejor que yo, me encargué de que así fuera.

Juez: ¿Mantiene contacto con ella?

Anna: No.

Juez: ¿Por qué no nos dice la verdad?. Sí confiesa, Dios la recompensará.

Anna: Yo no envenené a esa niña.

Juez: ¿Y cómo explica las horribles cosas por las que pasó esa inocente? Usted es conocida por sus tés y remedios caseros. ¿Qué yuyos, plantas o brebaje le dió?

Anna: No sé más que lo que mi propia madre y mujeres en mi misma condición me han enseñado.

Juez: Es decir que hace brebajes.

Anna: Remedios. El jengibre, la curcuma, la ortiga, la miel, la manzanilla, la menta, la melisa, la genciana seca, flores de saúco negro, limón, naranja, azúcar, tomillo seco, malva, lavanda, rosas y caléndulas son buenos para brebajes que sanan el cuerpo desde adentro. Con la raíz de la consuelda rallada, resina de asbesto rojo, aceite de oliva y cera de abeja puedes lograr ungüentos que ahuyentan el dolor por las noches.

Juez: No me es necesario ser médico para saber que la ingesta de alguno de sus ingredientes puede ser perjudicial con el uso constante.

Anna: No me es necesario ser bruja para saber que todo exceso es malo. Usted y sus hombres se envenenan todas las noches con putas. El señor Tschudy era igual a todo hombre con los bolsillos llenos. No conocen esos lugares como lo que son, les dicen casas del placer. Como si cambiarle el nombre limpiara el acto indecente.

(Le agarra el rostro y la mira de frente).

Juez: No puedes refutar los clavos vomitados por ese infante.

Anna: Ella dirá lo que su padre quiera que diga.

(La suelta tirándola al suelo).

Juez: Dictare mi sentencia cuando confieses los pecados cometidos por tu mano.

(El juez se va).

Anna: Dios te salve, reina y madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve. A ti te llamamos las desterradas hijas de Eva…

 

Escena II:

El señor Tschudy de 45 años se encuentra impaciente y alterado. Entra el Juez.

Juez: ¿Cómo se te ocurre acusarla de brujeria? Las brujas son cuentos de analfabetas. ¿De qué te sirve ser un ilustrado si le creés a los que dicen ver bestias por la noche?. Sos un imbécil.

Tschudy: Esta mujer quiere torturarme. Ya no puedo tenerla en mi casa. Deja en peligro a mi familia. Corre peligro mi vida.

Juez: ¿Tu vida o tu reputación? Esta mujer lleva algo de lo que vos querés deshacer sin dejar piezas sueltas. Y no te culpo, el Maligno nos ha poseído a todos en algún momento. Todo hijo del Señor ha pecado y tropezado con esa piedra. Está en nuestra naturaleza. Esa mujer es obra del pecado para los hombres. ¿O me vas a decir que no se colado por tus sábanas en la noche mientras rezabas que fuese tu mujer en esos sueños?

Tschudy: Yo amo a mi mujer.

Juez: Esta no es una puta cualquiera. Esta mujer te atraviesa con la mirada, te desafía con su cuerpo y repudia la mano que le da de comer.

Tschudy: Amo a mi familia.

Juez: No lo dudo.

Tschudy: Mi mujer es feliz en la ignorancia. Mi hija también quiso adentrarse en esa desfachatez de la que le ha hablado mi criada, en mi propia casa, engendrado ideas, libertinajes a los que mi hija no puede ser expuesta. El escarmiento no es suficiente. Se les debe dar un castigo ejemplar.

Juez: Ese castigo no te involucra.

Tschudy: Lo que ella tiene en su vientre no puede llevar mi rostro.

Juez: No lo hará. Dios está de nuestro lado y no lo ha de permitir.

Tschudy: Soy un buen hombre.

Juez: El señor lo perdona por su naturaleza.

(Ambos se estrechan la mano)

Juez: Se alegará que su ejecución es por envenenamiento a un infante. Sin embargo, como su hija no murió, sabe bien que la gente no lo tomará de la mejor manera. Ya no son tan crédulos como antes. Es difícil someter a las masas sólo con un cuento.

 

Escena III:

(Anna reza, su cuerpo fue flagelado, ensangrentado e hinchado. Torturada sigue rezando, ahora en latin pidiendo clemencia).

Anna: Ave Maria, purissima, sine peccato concepta, Domina nostra invicta, tu quae terribilis es ut castrorum acies ordinata, fugare daemones et omnes potestates tenebrarum. Per virtutem Dei, ora pro nobis…

(Nota: Santa María, Reina de los Ángeles, intercede por nosotros contra los espíritus malignos. Colócanos bajo tu estandarte, y recuerda tu poder contra el enemigo infernal. Tú que aplastaste la cabeza de la serpiente, protégenos de las asechanzas del diablo…)

(El juez entra. Anna al verlo enloquece, le grita y se arroja hacia él. Ella lo muerde. La aparta de un golpe).

Juez: Me impresiona lo inteligente que sos, teniendo en cuenta el salvajismo con el que me recibes.

Anna: Muerde quien tiene la voluntad de defenderse del Diablo.

Juez: ¿Estás insultando o halagando?

Anna: ¿Se siente halagado porque en usted veo al Diablo?

Juez: La gente se atropella en mis puertas pidiendo que de tu boca salgan las palabras justas.

Anna: ¡Inocente! (Grita con todas sus fuerzas).

(Se escucha por detrás de la puerta una multitud de vítoreos y abucheos combinados. El juez se irrita y se abalanza sobre ella, Anna le escupe en la cara y él en represalia le da vuelta la cara de un cachetazo).

Juez: Si el hombre que te metió aquí no fuera tan cobarde, no serías una molestia para mí. Pudo haberte matado, pero me dejó pegado a vos tirándote a mis puertas. ¡Pero a mí vas a respetarme!

Anna: No respeto al Diablo.

Juez: Deberías. Porque gracias a mí no volverás a dar a luz un cadáver.

Anna: Usted es una bestia. No hay humanidad ni luz que pueda tocarte. Si la mano de Dios no hace justicia, la de María caerá sobre tu familia…

Juez: O sobre la tuya, o lo que queda de ella.

Anna: ¿Qué estás diciendo?

Juez: Encontramos a la familia que tiene a tu hija.

(Anna se estremece e intenta refugiarse en la pared que está a su espalda. El juez se acerca a ella y aprieta su tobillo. Anna gime de dolor).

Juez: Si realmente quieres asegurarte que nada le pase a tu hija. Deberás empezar a gritar tu confesión.

(Aprieta más fuerte, ella se estremece y grita de dolor).

Anna: ¡Satanás! ¡He hecho un pacto con el Diablo! ¡He hecho un pacto con el Diablo!

Juez: ¡Llamen al verdugo!

(Entran los guardias. Se llevan a Anna arrastrando sus pies, la gente sigue eufórica).

 

Escena IV:

Anna se encuentra atada y arrodillada, a su lado el verdugo con un hacha. Unos pasos más adelante se encuentra el Juez diciendo unas palabras. Durante la ejecución el bullicio del pueblo está presente.

Juez: Por orden de la Alta Justicia y en nombre del Consejo de Dios y del Cantón, se ejecuta la sentencia contra la acusada Anna Göldin por envenenamiento a una infante, estando a su tutela en casa del Señor y Señora Tschudy. La acusada Anna Göldin ¿Se arrepiente ante Dios por sus pecados aceptando su castigo?

Anna: Maria, mater Dei, ora pro nobis.

Juez: Que Dios tenga piedad de tu alma. Hoy la justicia se cumple en nombre del Altísimo.

(El hacha cae)