Revista de la Escuela Provincial de Teatro y Títeres de Rosario Nº 5029

El re-destituido

ACTO 1

Personajes:

  • Coronel
  • Hija
  • Hija 2

Interior de un hogar con aspecto humilde, el sector de la casa que se presenta es una combinación entre comedor, habitación y cocina. En el lado derecho encontramos un catre, en el izquierdo una cocina y en el centro una mesa. La mesa está conformada por un tablón largo y angosto y caballetes, el público apreciará el largo de la mesa de forma horizontal. En el centro de la mesa habrá una notebook abierta; sobre su extremo derecho, de forma dispersa y atiborrada, habrá hojas de noticias, cartas y borradores de notas; y sobre su extremo izquierdo encontraremos, prolijamente, un tintero con una pluma dentro y una pilita de papeles al lado. Salvo por la notebook, todo da un aire de antiguo. El lugar se encuentra a oscuras, salvo por la luz blanca de la notebook, que deja ver el rostro del Coronel. El Coronel es un veterano de guerra, vestido como tal, con varias medallas conmemorativas en su traje, y además, sobresaliendo, una escarapela roja y amarilla. Está sentado detrás de la mesa sobre una silla plegable, su rostro se torna siniestro y parece que flotase en el aire. Observa la notebook enfurecido, como si fuera un volcán a punto de erupcionar. Sus ojos grandes se mueven a gran velocidad de un lado a otro, como si fueran pelotitas de un partido de ping pong, están devorando noticias. El Coronel murmura palabras, parecerían ser insultos.

Coronel (erupciona): ¡Re-destituyanló! ¡Por favor! ¡Re-destituyanló!

Entra en escena su hija, tiene puesto un pijama a rayas y un gorro, también a rayas; dando la impresión de estar vestida como un preso. Aunque los colores de las rayas de su ropa son rojas y amarillas, no blancas y negras. Ella lleva sobre un platito una vela encendida que nos permite ver su rostro.

Hija: ¿Qué te pasa papá?

Coronel: ¡”Él” es lo que me pasa! Y me pasa todo el tiempo, en todos lados, a todas horas. ¡Un virus es! Y para colmo la gente es lo suficientemente estúpida como para contagiarse… ¡Re-destituyanló!

Hija: Pará viejo, que vas a despertar a todo el mundo.

Coronel: ¡Eso es justamente lo que tenemos! Un vecindario dormido, bien nos vendría despabilarnos un poco…

Hija: Papá no podés andar por ahí erradicando todo lo que no te gusta. Es de mala educación. Y no son horas para andar consumiendo internet. ¿Por qué mejor no te vas a acostar?, ¿dale? (asiente) Bien… (la Hija comienza a retirarse).

Coronel (justo cuando está por irse su hija): ¡Re-destitúyanlo! ¡Re-destitúyanlo!

Hija (regresando): ¡Basta papá! Ya lo destituyeron, re-destituyeron, metieron preso, proscribieron; y ahora hace tiempo que está muerto. Dejalo ir. Soltalo.

Coronel: ¡No! Al parecer no fue suficiente. ¿Te pensás que soy tonto? ¿Que no me doy cuenta? Su peste sigue impregnada en la gente, puedo sentirlo, olerlo. ¡Incluso desde acá! ¡Re-destituyan su tumba, sus huesos, todo! ¡Re-destitúyanlo todo! Hay que vetar cada una de sus células, hasta que no quede nada.

Hija: Papi. ¿Te preparo un Té Soberano?

Coronel (calmándose): ¿Cómo?

Hija: ¿Querés que te prepare un Té Soberano?

Coronel (entusiasmado): ¿Un Té Soberano?

Hija: ¡Ajá!, un Té Soberano.

Coronel: ¡Sí! Por favor.

Hija: ¿Ya se te pasó?

Coronel: Sí…

Hija: ¿Seguro?

Coronel: ¡Sí!

Hija: Ahí te lo preparo (apaga la vela de un soplido y la traga la oscuridad, luego se encienden luces que dejan ver todo el espacio. La hija prepara el Té Soberano de espalda al público, no puede verse bien cómo se prepara, pero sí que es algo laborioso que le lleva mucho trabajo, mientras más instrumentos y cosas se usen mejor). 

Coronel (se acuesta en el catre, recita como si cantara un himno): El Té Soberano, bebida de nuestra patria. Símbolo popular de nuestras costumbres. Infusión honesta, servicial, nutritiva, sencilla, accesible para todos y todas (se hace más evidente el esfuerzo que padece la hija). Parte de nuestro espíritu, de nuestra historia. No existe familia alguna en nuestro territorio que no cuente con un Té Soberano a disposición en su hogar. (Abandonando el recitado) ¡Para hoy hija!

Hija: ¡Ya va! ¡Ya va! (Finaliza agotada. Le lleve el Té, que no se sirve en una taza, sino en una extraña copa). Acá estoy, soplalo que está hirviendo.

Coronel: Muchas gracias hija. (Observa como si faltara algo) ¿Cómo? ¿Uno solo? ¿Vos no me vas a acompañar?

Hija: No no no gracias. Suficiente soberanía por hoy. 

Coronel: Hija… la bo-qui-ta.

Hija: Perdón papá, no lo dije en serio…

Coronel: ¡Ah! ¿Una broma? No comprendo tus bromas, soy viejo. (Bebe el Té, se quema) ¡Ay!

Hija: Te dije que estaba hirviendo, soplalo. (El Coronel sopla) ¡Más fuerte! (El Coronel sopla con más intensidad) ¡Más fuerte! ¡Que la soberanía está prendida fuego! (A la Hija le divierte la situación).

Coronel (frenando en seco): ¡La boquita!

Hija: Perdón papá, no lo dije en serio…

Coronel: ¿Una broma?

Hija: Sí, una broma.

Coronel: Ya sabés que no entiendo tus bromas. Soy viejo.

Hija: ¿No entendés? ¿Ni siquiera después de experimentar los hechos en carne propia?

Coronel: ¿Eh? ¿Cómo?

Hija: Claro pa, es como dice el dicho… “La cruda realidad solo se deja comprender después de pegarte un cachetazo”.

Coronel: ¿Y quién dice eso?

Hija: ¡Yo no! Gente, gente sabia, eruditos. Ya sabés: filósofos, psicólogos, abogados, doctores, políticos.

Coronel: Ah… ¿pero qué quiere decir?

Hija: Ay papá… ¿Cuántas ampollas te tienen que salir para qué veas que la Soberanía hierve?

Coronel: ¡LA BOQUITA!

Hija: Es una broma, una broma… (intentando cambiar de tema) ¿Por qué no me contás una de tus historias de cuando fuiste a la guerra? (Busca unos diarios de los que están sobre la mesa y se los lleva al Coronel, los miran como si fuera un álbum de fotos familiar. Momento íntimo).

Coronel: La guerra… ¡Qué tiempos aquellos! (tomando los diarios) Mirá, qué joven era en esa época.

Hija: Una pinturita papá.

Coronel: Es que el verde siempre me quedó muy bien.

Hija: Se nota, se nota. Supongo que muy divertida no fue, ¿no?

Coronel: Al principio no, fue muy difícil, claro que fue difícil, terrible. Pero es como todo en la vida, con el tiempo te acostumbrás. Incluso empezás a encontrar cosas buenas, es una cuestión de perspectiva solamente. (Encuentra algo interesante en una de las páginas) ¡Ah! En esta batalla me gané una de mis medallas (señalando) la que tengo acá. Fue días antes de que me ascendieran a Coronel, estábamos rodeados por el enemigo, parecía que no había salida, que la opción más sensata era rendirse. Estaba complicada la cosa, sin embargo nuestro increíble General no sé cómo se las ingenió para inspirarnos de valor para que, pese a la circunstancias, de todas formas diéramos la cara ante el enemigo. (La luz baja, el ambiente cambia, se oyen ruidos de disparos y bombas, el Coronel y su hija ahora son un Soldado y un Médico, utilizan el catre como protección del ataque, ambos se ponen un casco. En el fondo aparece la imagen del General como una sombra, su voz es solemne y potente.

– General: Tranquilidad, la situación se percibe más complicada de lo que parece.

– Soldado: Mi percepción la percibe complicada General, con eso me basta para desesperanzarme.

– Médico (curándole alguna herida): Mi percepción percibe que hoy tendré mucho trabajo.

– Soldado: Eso es algo, la muerte no es cosecha para el médico.

– Médico: Me apena informarte que es de lo más común cosechar arduamente manzanas y que terminen de todas formas con gusanos.

– Soldado: Ouch…

– General: Que no decaiga el ánimo. De seguro que al enemigo también lo acosan temores de supresión.

– Soldado: Con todo respeto General, el temor del enemigo hasta que no se palpe es fábula.

– Médico (finalizando un torniquete): Yo por aquí palpé mucho temor General.

. Soldado: Perdón, se me escapó, es que no puedo evitarlo. General, preciso de un “Discurso Alentador” para proseguir.  

– Médico: ¡Sí General!

– Ambos: ¡Discurso! ¡Discurso!

– General: De acuerdo, de acuerdo. Sus oídos a mí… Es verdad, no lo voy a negar, otra vez se nos cerró el cielo, y sumergidos en esta oscuridad caleidoscópica pensamientos y misterios deformes florecen. Nada, mucha nada tangible nos habita, rodea, abraza, ¡y aplasta! Cada tanto alguna prófuga lágrima nos susurra secretos al caer, y nosotros la escuchamos (murmura usando una voz tétrica): “el miedo es caliente, la desesperación es fría”. (Con firmeza, retomando su voz) ¡Y sentimos que es inútil! Como la libertad del ojo para escuchar. Nuestra luz se priva de más luz, buscando su propósito entre las sombras. El andar se torna ruinoso. ¡Pero recuerden! Nuestra armadura de grasa nos protege de quimeras. Y el frágil zumbido que reflejemos en el aire… ¡ARDERÁ! ¡ARDERÁ!

– Soldado y Médico: ¡ARDERÁ! ¡ARDERÁ! (Inundados de valor corren hacia la batalla, los sonidos de disparos y bombas aumentan su volumen).

– General (conmovido): Nada más honorable que morir sin propósito, sin sentido, pero con coraje. ¡VIVA LA PATRIA!

Ocurre un apagón, los ruidos de bombas y disparos cesan. Cuando la luz vuelve el Coronel y la Hija se encuentran nuevamente en el mismo lugar que antes. 

Coronel: ¡Y así ganamos la batalla! Por eso me ascendieron al rango de Coronel, y a mi compañero le fue mejor, él fue ascendido a Teniente. En la guerra las cosas son así, los muertos reciben mejores medallas que los vivos. La guerra… ganamos la batalla sí… la guerra… nadie ganó la guerra (alzando la copa) ¡Viva la patria! (Se termina la bebida de un sorbo).

Hija: ¡Pero eso es terrible papá!

Coronel: ¿Qué cosa?

Hija: ¡Eso! ¡La guerra!

Coronel: Es lo que es hija, como todo.

Hija: No como todo no, esto es peor.

Coronel: ¡No! Peor es la situación que vivimos ahora.

Hija: No puede ser que seas poseedor de la incoherencia suficiente como para hacer esa comparación.

Coronel: Soy el único que vivió ambas épocas, y por eso solo yo tengo la infalible “incoherencia” de poder elegir cuál fue peor.

Hija: Qué suerte entonces que no queden muchas personas que cumplan con esas características.

Coronel: ¡La boquita!

Hija: Perdón, no fue en serio.

Coronel: Comprendé hija, a veces la casa se ensucia, y uno tiene que ir a sacar las telarañas. Y en este país hace mucho que no se limpia. ¡Re-destituyanló!

Hija: Otra vez con eso. Dejá de traer fantasmas a colación para justificar un discurso desatinado. Sos la única persona que sigue contaminando el aire mencionándolo. 

Coronel (victimizándose): ¿Me acusás a mí de infectar el oxígeno que tanto amo? ¿Me tratás a mí de germen? ¿Después de todo lo que yo hice por el bien de nuestro aire?

Hija: Perdón pa, no fue en serio.

Coronel: ¡Soy un héroe! Cada una de estas medallas lo demuestra. Y un héroe nunca renuncia a su labor, sigue ejerciendo (se levanta con convicción)

Hija: Ay papá. ¿Qué vas a hacer?

Coronel: ¡No! Que VAMOS a hacer. Ya es hora de que crezcas y de que también hagas algo por nuestro país.

Hija (irónica): ¡Qué bueno! ¿Nos vamos de vacaciones a la guerra?

Coronel (titubea, comprende a medias la ironía): ¿Una broma?

Hija: Sí, una broma.

Coronel: Son tiempos serios Hija, no de bromas. Andá para allá, le vamos a escribir una carta al Presidente Autarquía advirtiéndole de la situación.

Hija: ¿Pero de qué situación le querés advertir? 

Coronel: ¡Qué huele feo! Olor a reaccionario hay. Y parece que soy el único que se da cuenta. «Él» reencarnó de extrañas y variadas maneras, estoy seguro. Y hay que hacer algo al respecto, antes de que sea demasiado tarde.

Hija (se ríe): ¿En serio te pensás que el Presidente Autarquía te va a responder? Nunca te contestó una carta. 

Coronel: Si no me contestó antes es porque anduvo ocupado. Pero yo sé que me lee, que me lee y que luego hace algo al respecto. Son datos patrióticos los que les brindo. La información que le suministro es siempre importante. Y hoy mucho más, porque si no logramos re-destituirlo a “Él”, puede peligrar su futura reelección. Así que basta de juegos, que esto es serio. Andá y escribí. (La Hija se sienta en la punta de la mesa y toma la pluma, el Coronel dicta sin mirarla, como si le hablara al Presidente Autarquía y este estuviera en frente de él. La Hija escribe con mano izquierda, pero intentando disimularlo, como si eso fuera algo malo que no debe hacerse). Hola Sr. Presidente, soy yo de nuevo. El Coronel, ex-combatiente y héroe de guerra. ¿Se acuerda? De seguro que sí. Primero me gustaría hacer una breve disculpa por no haberle escrito en este último tiempo. Y quiero también aclarar que mi falta de comunicación con usted no se debe a un reproche de mi parte por su nula respuesta ante mis cartas. Usted tiene cosas mucho más importantes que hacer y eso lo entiendo perfectamente. Dicho esto, voy directo a los que nos compete. Mis años de experiencia confrontando injusticias me han permitido adquirir un sexto sentido perceptivo. Y este sexto sentido agudiza a los demás, es por eso que soy capaz de advertir cosas que otras personas no. Y hoy mi sentido está hablando, y es mi deber escucharlo, como también es mi deber de ciudadano honesto compartirle dicha información. Temo decirle querido Presidente que tengo la firme convicción de que “Él” ha vuelto, y con un poder polifórmico preocupante y peligroso; lo noto en la gente, en el aire, en las calles, en las redes. Creo que llegó el momento de realizar una correspondiente re-destitución, más directa y severa, antes de que la situación se torne más complicada y peligre nuestra democracia, nuestra soberanía y sobre todo su venidera presidencia el próximo año. No tengo dudas de que, como siempre, sabrás mejor que nadie cómo responder. Desde ya muchas gracias. Saludos cordiales.

Hija: ¿Eso es todo?

Coronel: Eso es todo.

Hija: ¿Firmás la carta?

Coronel: ¡Por supuesto! ¿Sino cómo va a saber que soy yo y no un intruso? (Se dirige a firmar, la hija le deja libre un espacio de la hoja para que firme ahí; pero disimuladamente intenta tapar el contenido de la carta).

Hija (el padre titubea): Ahí tenés que firmar papá. (No responde) ¿Papá? ¿Vas a firmar?

Coronel: ¿Qué es esto?

Hija (fingiendo no saber a qué se refiere): ¿Cómo qué es? Es la carta que me dictaste. La que le vamos a enviar al Sr. Presid…

Coronel: ¿QUÉ ES ESTO?

Hija: Es la carta que me dict…

Coronel: ¡Ésta no es la carta que yo te dicté! ¡ÉSTA ES UNA CARTA ZURDA!

Hija: ¡Pero por favor! (se ríe, nerviosa) Estás delirando papá, como una carta va a ser zurda.

Coronel: ¡Callate! ¡Embustera! Siento que no te conozco. ¿Siquiera sos mi hija?

Hija: Papá estás delirando. ¡Claro que soy tu hija! (El Coronel se toma el pecho afligido). ¿Estás bien?

Coronel: Por favor hija, no te conviertas en reaccionaria (aumenta su afligimiento).

Hija: ¿Estás bien papá?

Coronel: Quemá esa carta, te lo suplico.

Breve silencio.

Hija: Claro que sí papá, lo que sea por vos.

Coronel: Por mí no. ¡Por el país!

Hija: Sí también… lo que sea por el país. (El Coronel se acuesta en el catre satisfecho con la respuesta. La Hija pone la carta en un sobre que hay sobre la mesa mientras él no está mirando). Papá… ¡La carta va a arder!

Coronel: Así me gusta. Hija, sos una verdadera patriota.

Sale de escena la hija con la carta.

Apagón.

ACTO 2

El Coronel continúa descansando sobre el catre. Entra en escena el personaje de la Hija 2, mismo vestuario excepto por un guante de látex negro en su mano izquierda. Da la impresión de ser una continuación del Acto 1, sin saltos temporales. La hija recorre cada sector de la casa, comenzando por la cocina, siguiendo por el catre. Examina todo minuciosamente, como si intentará descifrar algo. Se detiene un breve momento en el Coronel, que aún duerme. Después abandona esa investigación y se dirige a la mesa, revisa los papeles de noticias, los borradores, las cartas, todo, hasta finalizar en la notebook, eso le llama más la atención. Se prende la pantalla y su rostro se deforma por la luz. Ella se sienta y permanece allí, abismada. El Coronel se despierta, se sobresalta al ver a la Hija 2 pero lo disimula.

Hija 2 (sin abandonar su estado): Buenos días querido padre, ¿se siente usted mejor?

Coronel: Sí, me siento mejor.

Hija 2: Me alegro mucho, ¿durmió?

Coronel: Sí.

Hija 2: ¿Soñó?

Coronel: No.

Hija 2: Es una pena. Yo siempre sueño. Los sueños son como el fuego, ¿sabía? Una mezcla de colores sin forma definida que nos iluminan y nos calientan. Ojalá nunca se me apague esa llama. ¿Qué sería de nosotros sin sueños?

Coronel: No entiendo hija. ¿Es una broma?

Hija 2: ¿Hace cuánto que usted no sueña padre? (Piensa, pero no contesta) ¿Desde la guerra tal vez? (Revolea los papeles de noticias sobre la guerra por los aires, se queda con uno, hace como si leyera). ¡Únase a nuestro batallón y salve a la patria! Posibles efectos secundarios: insomnio (se ríe)

Coronel: ¡La boquita!

Hija 2: It’s just a joke dad.

Coronel: No te comprendo. Estás muy distinta, no me gusta.

Hija 2: Me estoy haciendo adulta, quizás sea eso. ¿Le parece que pueda ser eso? Creo que es una conclusión razonable. 

Coronel: Hace mucho tiempo que nada me parece razonable.

Hija 2: Habla tan sabiamente padre, es verdad que los años dan experiencia.

Coronel: Para eso están, te pudren la carne pero te alimentan el conocimiento.

Hija 2 (se para y aplaude): ¡Me enorgullezco de ser su hija! (Bruscamente retoma la abstracción en la notebook).

(Al Coronel le incomoda la situación. De a poco se acerca hacia su hija, la ojea desconfiado. Después repara en la notebook, intenta disimuladamente espiar lo que allí está viendo).

Hija 2 (se voltea hacia el Coronel repentinamente): ¡Que chico es el mundo! ¿No lo cree padre?

Coronel (golpeado por la sorpresa): A mí me parece demasiado grande. 

Hija 2: En eso se equivoca. Quizás en sus tiempos era así, pero hoy en día cabe entero en una computadora. (Le acerca tétricamente la notebook al Coronel para que vea “el mundo” y luego cierra de golpe la notebook). ¿Sabe qué otra cosa es también minúscula padre? (Se dispone a responder, pero antes de que lo haga Hija 2 se contesta sola la pregunta) ¡Esta casa! Es un granito de arena en un desierto de país. Mi presencia es inadvertida. Su presencia, padre, es inadvertida. 

Coronel: ¡La boquita!

Hija 2: It’s just a joke dad.

Coronel: No te entiendo hija. No te entiendo nada (se deprime).

Hija 2: Ay padre, no se ponga así… ¿Le gustaría que le prepare un Té Soberano?

Coronel (entusiasmado): ¿Un Té Soberano?

Hija 2: Sí, un Té Soberano.

Coronel: Está bien… Gracias.

Hija 2 se dirige hacia la cocina y comienza a realizar el Té. Demora un poco, pero no tanto como en el Acto 1. Tampoco se refleja un gran esfuerzo en la tarea. Mientras Hija 2 prepara el Té Soberano el padre toma una de las noticias de guerra que estaba en el piso, y se sienta en el extremo de la mesa (del lado del tintero y la pluma). Allí se pone a leer la noticia, parece que reflexionara sobre la misma. Hija 2 interrumpe su pensamiento poniéndole el Té en frente de él sobre la mesa.

Hija 2: Aquí tiene su Té Soberano queridísimo padre. Espero que lo disfrute. (Todo lo que dice Hija 2 es levemente sombrío. El Coronel, incómodo, bebe del líquido). ¿Y? ¿Le gusta?

Coronel: Está tibio…

Hija 2: ¡Claro que está tibio! No me complacería verlo quemarse.

Coronel: No me gusta así.

Hija 2: Pero así es como está. No puede hacerse otra cosa más que resignarse.

El Coronel levanta la copa con los ojos fijos en ella. Luego voltea hacia Hija 2 que le sonríe, se siente intimidado por ella. Se toma el Té Soberano de un sorbo, le cuesta tragarlo. Sin dejar de sonreír Hija 2 agarra la copa y la regresa a la cocina.

Coronel: Hija…

Hija 2 (instantaneamente): Padre…

Coronel: Me gustaría hacerte una pregunta.

Hija 2: Pregunte. Usted sabe que puede preguntarme lo que quiera.

Coronel: ¿Quemaste la carta cierto?

Hija 2: ¿Perdón? ¿La carta? ¿Qué carta?

Coronel: Hija… ¿Quemaste la carta? ¿Sí o no?

Hija 2: ¡Ah! La carta… Esa carta ardió padre, ardió tanto como un sueño. No hay nada de qué preocuparse.

Coronel: Eso decís vos. Sin embargo, la situación es cada vez más extraña. Todo me parece extraño. El Té Soberano me sabe extraño, vos me parecés extraña, desconocida, ajena. 

Hija 2: Quizás entonces, padre, el problema radique en usted y no en su entorno. ¿Lo has pensado de esa forma?

Coronel: ¡No! Yo ya sé cuál es el problema. Tengo un sexto sentido ¿Te acordás? ¡Él es el problema! La causa de estas raras sensaciones. El fecundador de la desgracia. La caja de pandora.

Hija 2: ¡Me encanta verte metaforizar padre! Le sienta tan bien la alegoría. 

Coronel: ¡Tenemos que re-destituirlo! (Comienza a escribir una carta). Eso, tan solo eso necesitamos. Re-destituirlo y ya. Después de eso todo estará bien.

Hija 2 (riéndose): ¿Otra carta desdeñada al Presidente?

Coronel: Hija por favor basta de bromas. Si el Presidente Autarquía no se entera de esta infección va a ser catastrófico. Apocalíptico. ¡Las elecciones están muy cerca!

Hija 2: Padre… No existe tal situación alarmante. ¿O acaso no escuchaste las palabras del Presidente en la última conferencia?

Coronel (interesado): ¿El Presidente Autarquía dio una conferencia?

Hija 2: Sí Padre, por cadena nacional.

Coronel: ¿Y qué dijo?

Hija 2: Mírelo usted mismo. Está todo grabado en internet. Para su tranquilidad le cuento que utilizó todo un segmento específicamente para referirse a “Él”. No hay nada de qué preocuparse, el Presidente está al tanto de todo. (Abre la notebook, se arriman juntos sobre ella).

Coronel: ¿Lo van a re-destituir?

Hija 2: ¿Por qué mejor no lo escuchamos y después sacamos conclusiones padre?

Coronel: Hija, es lo más sensato que te escuché decir hoy.

La iluminación baja, la luz de la pantalla se hace más fuerte. En el fondo aparece, grande, la imagen del presidente como una sombra. Es similar a la del General durante el fragmento de la batalla. La voz es potente  y solemne.

Presidente Autarquía: Él está cayendo, de eso no hay duda.

A veces el frío lo congela y se cree muy pesado, muy sólido, pero solo está cayendo más rápido.

A veces el fuego lo hace arder y se cree que flota, como el humo; pero solo se está disipando.

A veces observa y se cree omnipresente.

A veces sufre y se cree que cae solo.

A veces llueve y se cree gota acompañada.

A veces amanece y se cree el Sol.

A veces anochece y se cree la Luna.

A veces se olvida que está cayendo, y se cree que vuela.

Pero no… Cae, está cayendo… De eso no hay duda.

Se escucha una ovación y aplausos. El Coronel aplaude de pie compulsivamente. Hija 2 aplaude, sentada, de forma mesurada.

Apagón.

ACTO 3

La mesa se encuentra desierta, excepto por el tintero, la pluma y la pilita de papeles, que ahora aparecen en el lugar en el que antes estaba la notebook. Detrás, sentada sobre la única silla plegable en escena, se encuentra la Hija. El Coronel reposa a medias sobre el catre, se lo nota derrotado. La Hija 2 se presenta parada en la cocina. Cada personaje tendrá, de forma alternada, un monólogo propio, dicho a público.

Hija 2: I like when my father dreams. Even if they are not pretty dreams, even if they are confusing, terrifying, illogical ideas.

Coronel: No hay que temerle al falso sacrificio, decía mi General. Morir no es pecado, decía mi General. Y yo le respondía: ¡Sí mi General!

Hija: ¿Qué es la identidad? ¿Qué representa? No se atrevan a definirme con palabras gastadas.

Hija 2: Not only do words tell our story, you know? Dreams do too.

Coronel: Erradicar, erradicar lo malo. Regar y cultivar lo bueno. Objetivo de soldado, ideales con anteojeras.

Hija: Ustedes, los despectivos, me dan asco. Utilizan un diccionario caducado, que tristeza me dan.

Hija 2: I wonder if dreams are more or less faithful to reality than “reason” or “literature”…

Coronel: ¡Re-destituyanló! ¡Re-destituyanló!

Hija: ¿En serio nadie se da cuenta? Aplican una estrategia ingenua, nos tratan de idiotas.

Hija 2: I also dream, but not about the past but about the future. It is not a realistic future, I am very clear, in fact quite the opposite: it is utopian.

Coronel: Mi compañero fue ascendido a Teniente. ¿Cuándo salimos a festejar?

Hija: ¿Qué es la identidad? ¿Qué representa? Tengo un nombre, tengo un apellido, y muchos simbolismos.

Hija 2: How could I live without a little fantasy inside me?

Coronel: Señor presidente felicitaciones por ganar las elecciones.

Hija: ¡No me los reemplacen!

Hija 2: If the closest thing to the truth is dystopian…

Coronel: La guerra acabó, ¿ya puedo descansar? Me gustaría poder dormir por las noches.

Hija: Ustedes, los despectivos, me dan asco.

Hija 2: Do you know what I dream about? With a bigger house, I would like that.

Coronel: Ganamos la batalla, otra medalla, ¿quién ganó la guerra?

Hija: Si a su glosario le faltan hojas no es mi culpa. ¡Pero no metan sus sucias manos en el mío!

Hija 2: I also dream of traveling, seeing new places, new people. That would be nice.

Coronel: ¡Re-destituyanló! ¿A quién? A “Él”, por su puesto.

Hija: Se deterioran las palabras, se deterioran las ideas, se deterioran las personas.

Hija 2: I don’t know many people here, and the ones I interact with I don’t understand each other. It’s exasperating.

Coronel: ¿Quién es “Él”? El causante de todas las desgracias en nuestro país. ¡Qué canalla! ¡Re-destituyanló!

Hija: ¡Papá! Papá! Se ensució la bandera.

Hija 2: I’m sure there must be somewhere out there where things are better.

Coronel: Suprimir al enemigo por una nación mejor, me decía mi General. Re-destituirlo a “Él” por el bien de la República me decía mi Presidente.

Hija: ¡Papá! Papá! Limpié la bandera con cloro.

Hija 2: A country without cracks, humanistic, in which people can communicate and get along well.

Coronel: No entiendo, ¿es una broma?

Hija: ¡Papá! ¡Papá! La bandera está toda desteñida.

Hija 2: A country in which we do not feel prisoners, insignificant, abandoned, without options.

Coronel: Mi hija… ¿Qué decía mi hija?

Hija: ¿Qué es la identidad? ¿Qué representa? Ustedes, los despectivos, me dan asco. No se atrevan a definirme.

Hija 2: I would like to live in a world that was flat and not round.

Coronel: Su presencia, padre, es inadvertida. Decía mi hija. ¿Qué pensaría de eso el General?

Hija: Que pena me dan sus palabras gastadas.

Hija 2: Here I am trapped in a large wheel-shaped history book.

Coronel: Mi hija escribe con la mano izquierda. ¿Qué pensaría de eso el Presidente Autarquía?

Hija: Que pena me dan sus diccionarios caducados.

Hija 2: And that generates hatred in me, hatred towards the individuals around me.

Coronel: ¡Reaccionaria! Diría el Coronel. ¡Re-destituyanlá! Diría el Presidente Autarquía. ¡La boquita! ¡La boquita!

Hija: Que pena me dan sus glosarios ajenos. 

Hija 2: I don’t like that, but I’m a human being and I have to coexist with my hate.

Coronel: La guerra es terrible, decía mi hija.

Hija: La guerra es terrible, le decía a mi papá.

Hija 2: I don’t think there is anyone capable of altering these cruel circumstances for the better.

Coronel: Saquemos conclusiones, decía mi hija.

Hija: Saquemos conclusiones, le decía a mi papá. 

Hija 2: That’s why I resign myself…

Coronel: El Té está frío. ¿Por qué el Té está frío?.

Hija: ¿Qué es la identidad?

Hija 2: … and live with my hatred and my fantasies.

Coronel: No me gusta cuando está frío.

Hija: ¿Qué representa? ¿Qué la representa?

Todos: ¡Re-tituyanlá!

Apagón.


Esta obra teatral inédita forma parte de un trabajo del Seminario de Dramaturgia a cargo de la docente, directora y dramaturga Romina Mazzadi Arro que se dicta en la Escuela Provincial de Teatro y Títeres.